Seguridad en los
Rallyes
José Angel Martín García (Comisario)
Este
triste año 2.015, que se nos ha llevado la vida de muchas personas relacionadas
con el deporte del motor. Nos han dejado pilotos y copilotos como Justin
Wilson, Andrea de Cesaris, Bjorn Waldegard, Renzo Zorzi, Dani Ribas, Bernat
Martínez o José Lumbreras, y ahora nos enfrentamos a la terrible noticia del
accidente ocurrido en el Rally de A Coruña, donde siete personas, siete
espectadores, han dejado su vida en uno de los tramos de la prueba.
No
es momento de buscar responsables ni culpables. No estaba allí y por tanto no
puedo conocer las circunstancias del hecho, sin embargo es momento de realizar
algunas reflexiones.
Llevo
relacionado con el mundo del automovilismo y el motociclismo desde hace más de
treinta años y he sido testigo de los notables avances que, en materia de
seguridad, se han producido, especialmente en el ámbito de los rallyes. Avances
que se han hecho realidad gracias al buen trabajo de la Federación
Internacional , de la Federación Española ,
las Federaciones Territoriales y de todos los organizadores y oficiales que cada fin de semana hacen
posible que podamos disfrutar del deporte que amamos.
Ahora
resulta impensable que puedan repetirse imágenes como las de aquellos rallyes
de Portugal o San Remo de los años 1.985 o 1.986, con los espectadores
apartándose a paso de los coches, dejando apenas el espacio necesario para su
paso. Como copiloto pude ser testigo directo de imágenes como la presencia de
espectadores, incluso de niños, al final de una larga recta en la zona exterior
de la curva, donde presumiblemente terminaría un coche en caso de fallo
mecánico o error en la zona de frenada.
Como
oficial he sido testigo, en infinidad de veces, de cómo ciertos espectadores se
apartan de las zonas de peligro al paso de la caravana de seguridad para
inmediatamente después volver a colocarse en estas zonas, incluso quitando las
cintas de señalización colocadas por la organización. He sido testigo de cómo
un grupo de vándalos insultaba a un oficial que les pedía que se apartasen de
una zona señalada como prohibida para el público. He visto como unos salvajes
apedreaban un coche de la caravana de seguridad en un tramo que, acertadamente,
había sido neutralizado por la presencia de público mal ubicado. Los diferentes
organizadores realizan notables esfuerzos y asumen elevados costes para editar
folletos informativos que incluyen recomendaciones y prohibiciones para el
público, equipan coches de megafonía que informan a los espectadores sobre
estas mismas medidas y señalizan las zonas prohibidas para el público.
Dentro
del público que asiste a ver un rally hay que distinguir a los auténticos
aficionados y de los espectadores responsables que son conscientes del riesgo
inherente a este deporte de otro grupo formado por “tuneros”, “fiesteros” y
aficionados al botellón, que dificultan enormemente la labor de los
organizadores y de los oficiales que trabajan. He visto ya demasiadas veces
como una serie de irresponsables, con los que desgraciadamente nos encontramos
en un rally tras otro, que se dedican a realizar pasadas a alta velocidad y
realizar trompos mientras nosotros estamos montando el tramo. Estos
irresponsables suelen conducir vehículos con lunas tintadas, pegatinas por
todas partes y ridículos alerones.
Se
ha avanzado mucho, pero a la vista de lo ocurrido en el Rally de A Coruña va a
resultar necesario implementar nuevas medidas. La Federación
Internacional ha convocado una reunión para estudiar estas
medidas. No es una labor fácil. Si las medidas de seguridad que se propongan
son excesivamente costosas, ello va a suponer el fin de los rallyes ante la
imposibilidad de hacer frente a los costes de organización. Es evidente que la
seguridad del público es algo prioritario, pero un tramo de rally no es un
circuito y en cualquier momentos puede surgir un imprevisto que afecte a
espectadores que pueden estar ubicados en zonas razonablemente seguras.
La
ubicación del público sólo en determinadas partes seguras del tramo,
debidamente señalizadas, el uso de
banderas amarillas en zonas con exceso de público o la dotación a los oficiales
con sistemas de captación de imágenes que puedan ser enviadas en tiempo real a
dirección de carrera para que pueda adoptar de forma ágil la decisión de neutralizar o suspender un
tramo, pueden ser medidas que ayuden a garantizar el futuro de nuestro deporte.
Debemos
tener en cuenta a los principales protagonistas, a los pilotos y copilotos.
Como he comentado he vivido personalmente lo que supone disputar un tramo con
público mal ubicado, y la sensación no es agradable. He podido escuchar y
comprender las quejas de pilotos que, pese al esfuerzo realizado en la
preparación del rally sólo pueden disputar uno o dos tramos al haberse
neutralizado el resto por culpa de algún grupo de indeseables.
Termino
estas breves líneas enviando todo mi apoyo y afecto a las familias y amigos de
las personas fallecidas y de quines han resultado heridos. Todo mi apoyo y
cariño para Sergio y Luis. No puedo imaginar el dolor que todos ellos están
sufriendo. Ojala podamos entre todos acometer cuanto sea necesario para que
estos tristes hechos no vuelvan a ocurrir.
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